jueves, 13 de junio de 2013

Enamorado de Satán. Una tortilla heavy

Fotografía: SMR el Kurras
Todos llevamos un pequeño heavy escondido dentro de nosotros. Y es en verano, época en la que abundan los festivales de todo tipo y condición, cuando nos calzamos la camiseta negra y nos engalanamos con la muñequera de cuero tachonado que guardábamos en las profundidades del armario para dar rienda suelta al metalero que llevamos dentro. Confundidos en la masa oscura y sudorosa, meneamos nuestras cabezas al unísono mientras desplegamos todo nuestro poderío guitarrero al aire. Es entonces cuando comprendemos la dificultad de lograr acompasar nuestros gestos torpes con un inglés mal farfullado y peor entendido. Todo un mérito esta corografía demente mientras los vasos de cubalitros de cerveza corren por doquier apagando los roncos y sedientos alaridos. Atrás quedaron los tiempos de litronas y botellines de cristal abandonados descuidadamente en las campas de los conciertos como los restos de un feroz campo de batalla.

 
Los gustos musicales se refinan con los años. Es un hecho comprobado. Se produce una
Trabajo de campo
Fotografía: SMR el Kurras
evolución que pone banda sonora a nuestro proceso de maduración. Sin embargo, por lo general, el heavy tiende a ser más heavy; a veces, incluso, evoluciona hasta transformarse en un jevata. Es persona fiel hasta la saciedad a sus preferencias musicales, de las que nunca reniega y de las que jamás se avergüenza. Es figura entrañable la del viejo rockero que calza con orgullo esas grandes y blancas “jota jaiber” de las que salen dos escuálidas piernas como alambres ceñidos por un pantalón vaquero ajustado hasta lo imposible, sin dejar nada a la imaginación; en el mejor de los casos se trata de un pantalón nevado e, incluso, cuenta la leyenda que algunos se han atrevido con las mallas y se han cardado las melenas. Completando el conjunto, camisetas siniestras, negras, satánicas. Y como sobretodo, la ya chupa de cuero sembrada de tachuelas y otros motivos.

Fotografía: SMR el Kurras
Es entonces cuando me asalta una inquietante duda… ¿Es compatible el consumo habitual de tortilla de patatas, con lo que esto implica, con el pantalón vaquero ceñido y preferentemente nevado? ¿Ser heavy implica no comer tortillas? Me aterraría pensar que esto pudiese ser así. Las mallas, debido a su cualidad adaptativa a todo tipo de entornos y morfologías, no me ofrecen dudas. Podéis comer más y más tortillas de patatas que la malla siempre agradecida se adaptará a vuestro contorno. Sin embargo, no encuentro solución al problema del vaquero (a no ser que seas de esos heavys que crecieron con el vaquero atornillado desde que eran tiernos infantes). Con los años he descubierto que existe una perversa pero plácida relación entre el regusto de los pinchos de tortillas de patatas a media mañana y la comodidad de unos pantalones bien desahogados. La respuesta a mis dudas, la luz al final del túnel, por supuesto, sólo podía venir de la mano de nuestro corresponsal en Madrid, SMR el Kurras.

¿Es compatible el sonido más hard rock, más heavy, con la tortilla de patatas? SMR el Kurras, pantalón ceñido y camiseta de Iron Maiden como uniforme, responde: por supuesto que sí. Sólo hay que seguir una serie de instrucciones para evitar el previsible desastre de un vaquero ceñido implosionando por los excesos calóricos de la tortilla. SMR el Kurras nos las enumera así:

  1. En primer lugar, la importancia de los ingredientes de la tortilla de patatas. Ante todo,
    Fotografía: SMR el Kurras
    naturales. Las patatas de Horcajo de Santiago y los huevos de gallinas residentes en la misma localidad, provincia de Cuenca. Citando a SMR el Kurras, “Como todo en la vida, la materia prima fundamental”;
  2. En segundo lugar, un paso de la receta que se suele ocultar pero que se confiesa al calor del vino, la cerveza o lo que sea siempre y cuando lleve alcohol: a la hora de batir el huevo, añadir un pequeño chorro de leche;
  3. En tercer lugar, la tortilla poco hecha, lo que favorece su digestión;
  4. Por último, en cuarto lugar, uno de los datos más importantes que nos hace comprender cómo se puede hilar festival heavy y tortilla de patatas. Poner digno final a la tortilla mediante la ingesta respetuosa y ceremoniosa de, al menos, un “gin tonic”. 
    Fotografía: SMR el Kurras
SMR el Kurras recogió con elegancia el guante que le arrojábamos desde Territorio Tortilla y nos ofreció, de nuevo, una de esas tortillas inscritas en oro en nuestro particular palmarés. Así nos disipó las dudas que nos carcomían y evitó que lanzásemos a la hoguera todos nuestros antiguos vinilos de Obús. El secreto, por supuesto, se encuentra en el “gin tonic”… aunque conociendo a nuestro enviado especial sería más correcto hablar de dos o tres, o cuatro...

5 comentarios:

  1. He de confesar que los pantalones no eran muy ceñidos.

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    1. Y tampoco ibamos con "jota jaiber"....yo ya he evolucionado a Chiruca con gore-tex.

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  2. En verano recomiendo cocinarla más por el tema de la salmonelosis.

    Gracias por ésta genial entrada Metalera en territorio tortilla !!

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  3. ¡Pues sí!, demostrado que la mano manchega tiene toque especial. Felicidades por estas entradas tortilleras.. ¡tan ricas!

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  4. El pantalón ceñido ya no queda como antes... Fantástica tortilla!! Power manchego

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