jueves, 16 de agosto de 2012

Al oeste del Misissipi

Una simple imagen vale más que mil palabras

Leyenda de un jinete que galopa sin cesar… Ghost riders in the sky…! Cantaba el gran Raphael a comienzos del año 1970 en compañía de Tom Jones. Dos monstruos musicales derrochando voz y porte en el escenario con esa melodía que rememora épicas leyendas de caravanas y arriesgados pistoleros y ganaderos, buscavidas y aventureros en general, que cabalgaban en pos del sol del atardecer envueltos en la bruma de los lejanos parajes de un Oeste mítico que ofrecía toda su brutal naturaleza dispuesta a convertirse en teatro de historias que la industria mitográfica tan propia del made in USA convertirían en leyendas.  Deseoso de emular aquellas gestas, Angry Omelette (AO en adelante) decidió calzarse las botas de piel, enfundar sus colt y calarse el sombrero de fieltro. Tomaba la primera caravana cortesía de Auto-Res y Alsa hacia el Oeste e iniciaba su particular “fiebre de la tortilla” buscando un sueño en el proceloso Oeste…



Primer plano del medio pincho
Los más viejos del lugar hablan de un lugar donde existe una tortilla legendaria, de calidad insuperable. Aquellos que disfrutan de su sabor no pueden olvidar nunca el suculento gusto de la que dicen ser una de las mejores tortillas hechas en todo el lejano Oeste. Algunos afirman que la fórmula de tan maravillosa tortilla de patatas fue grabada en tiempos de héroes y gigantes por un titán que osó robar la receta a los mismos dioses para conceder a los hombres prueba de las fortunas del paraíso. Y fue tal su traición que sufrió el infortunio para siempre en las profundidades del infierno obligado a engullir una tras otra miles y miles de tortillas “nefandas” (es decir, francesas para los no habituales al blog). Sin embargo, la fórmula mágica de la tortilla no se perdió en el olvido y se transmitió de padres a hijos durante generaciones..

El viaje de AO se prolongó durante interminables horas, días de calor insufrible y sol plomizo y cansino que dibujaba extraños espejismos en lejanas colinas. Durante más de setecientos kilómetros de trayecto se sucedían repetidos hasta el horizonte los páramos suavemente ondulados. Después de dos insufribles jornadas, la travesía en el desierto finalizó alzándose la ciudad del Dorado, con sus torres y cúpulas brillando fulgurantes al sol. Los árboles se mecían suavemente al cándido ritmo marcado por la fresca brisa que aliviaba el calor y un río siempre caudaloso saciaba la sed del viajero. Había llegado a León.

Festival tortillero
Capital de reinos y patria de grandes hombres. A los pies de las montañas que cerraban su paso a las bondades llegadas desde el frío mar del norte, León servía de punto y final de aquel gran páramo que se extendía uniforme desde las lejanas tierras del sur. La ciudad todavía albergaba su esplendor y grandeza de antaño, con su orgullo intacto y sublime retratado en cada una de las piedras que testimoniaba la dignidad de su historia.

En aquella ciudad, AO contó con la inestimable ayuda de oriundos del lugar que se ofrecieron prestos a servir de experimentados sherpas que se conducen con destreza por los angostos caminos que serpentean a través de barrancos y desfiladeros. Fueron ellos los que le condujeron hasta aquel mítico lugar, de nombre Misissipi, donde dice la leyenda que se ofrece una de las mejores tortillas de patatas de todo el Oeste, cuyos secretos se pierden en las sombras de la historia y que sólo se mantuvo entre algunos afortunados iniciados gracias a la tradición transmitida de generación en generación. En este punto, sólo se puede agradecer la colaboración de JPP, uno de los conocedores de tan delicioso secreto, que decidió compartir con AO para que diese a conocer al resto de los territorios ibéricos las bondades de la tortilla de patatas leonesas. Y así rezaba literalmente aquella receta asombrosa:

Se fríe la patata a fuego lento, con calma y paciencia. Una vez que se ha dorado suficientemente se mezcla con el huevo batido. En ese momento se esconde la habilidad del maestro tortillero, que bate y machaca la patata con ágil tenedor logrando una mezcla homogénea que pasa a la sartén. Entonces, el fuego se alza con toda su fuerza para que la capa exterior de la tortilla se haga rápidamente y adquiera una consistencia firme y regular, dorada y uniforme. Mientras el interior, al cortar la tortilla, muestra toda su grandeza interior y la maravilla del tesoro recién descubierto” (autor: JPP)
Perfecta armonía geométrica del despliegue tortillero
Setecientos kilómetros; dos días de viaje; toda una fortuna ahorrada a lo largo de meses y meses de jornadas interminables de trabajo; y muchos amigos dejados atrás, caídos en el camino… efectivamente todo merecía la pena con tal de haber probado la que, sin duda, por el momento y en vistas a futuras experiencias tortilleras, es una de las mejores, la TORTILLA DE PATATAS por excelencia: la del bar Misissipi de León. Un solo pero: la presencia de mahonesa, la salsa de la vida, puede tentar al comensal y disimular el sabor de una tortilla que debe ser catada en toda su intensidad, sin interferencias ni ruidos que sofoquen toda su grandeza. 

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por la enorme calidad del blog – PREMIOS LIEBSTER

    http://laliebremuerta.blogspot.com.es/2012/08/nuestros-premios-liebster.html

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