El sistema radial español es enfermizo. Un sistema arterial simple, concéntrico, que gira en torno un núcleo tumultuoso. La red viaria española se expande como una telaraña parcheada e intrincada que cruza de oeste a este y de norte a sur toda la península Ibérica tomando como centro una mohosa placa en el mismo centro de Madrid que reza algo así como "kilómetro cero".
En este tortuoso camino he recorrido las peligrosas curvas de esa carretera tercermundista que llamaban A - 4: el resultado, una triste pero cuantiosa multa por exceso de velocidad. Bien es cierto que a día de hoy la autovía de Andalucía ha perdido esa vieja esencia de viaje dominguero de verano, de coche atestado de niños y niñas llorones llenos de vómitos. La A - 5 se perdió en patrias extranjeras y en la lejanía de Badajoz envuelta en la bruma de un calor insoportable propio de un infernal julio extremeño. La A - 1 es una larga recta que atraviesa enfiladas paredes rocosas y se pierde en una artificial noche que da la bienvenida a tierras extrañas donde se supone que empieza Europa. Y la A - 2 se reduce a simples kilómetros que unen tierras aragonesas con la carretera secundaria que conduce hasta la olvidada Soria.