Aspecto original de la tortilla de la Biblioteca Nacional de España Fotografía: SMR "el Kurras" |
Territorio Tortilla no podía sustraerse de uno de los acontecimientos culturales que han sacudido los cimientos culturales, frágiles y endebles, de nuestro país durante 2012: la Biblioteca Nacional de España celebra su trescientos años. Si bien la Biblioteca se creó a finales de 1711, los gestores bibliotecarios han preferido dejar los actos festivos para el año 2012 y así celebrar esa primera apertura pública de la institución. Para celebrar tan magno acontecimiento de nuevo contamos con la más que inestimable colaboración gráfica de nuestro reportero – tortillero SMR “el Kurras”, de cámara ágil y nítida, catador cabal y crítico preciso y, ante todo, justo. Su testimonio, vía telefónica, arroja luces y muchas sombras sobre tan venerable institución.
Biblioteca Nacional de España, Madrid Fotografía: Comunidad de Madrid - Fuente |
No es muy difícil imaginar los sentimientos enfrentados del duque de Anjou cuando su querido abuelo tuvo a bien “regalarle” el trono español. Felipe se había criado en la opulencia de la corte francesa, refinada y relamida, delicada y amanerada; hortera y petimetre en sus gustos de rocallas y formas imposibles hasta la saciedad; de tonos pasteles que dulcificaban en exceso el ánimo. Al pobre Felipe le había tocado en desgracia un país bárbaro al sur de los Pirineos. Su vasto programa gubernativo incluía arrojar algo de luz sobre la oscura superchería que campaba a sus anchas en los reinos hispanos, incluyendo la instauración de una gran biblioteca para provecho de la nación. Nacía en 1712 la que hoy conocemos como Biblioteca Nacional de España.
Para lograr la escalofriante crónica gráfica que hoy traemos, nuestro avezado y diligente corresponsal decidió infiltrarse en el selectivo cuerpo de bibliotecarios que prestan servicios en la institución. Un plan concienzudo y meditado ya que ingresó allá por 2005. Bajo el hábito de empeñado bibliotecario, no le ha importado sufrir durante largos años el descaro y las pocas vergüenzas de las autoridades libreras del recinto, designadas a dedo por el político de turno y más preocupadas en su imagen y propio provecho que por aquellos loables principios que debían regir las políticas públicas de la Biblioteca. SMR ha decidido ser testigo indignado de largos años de escarnios para cumplir su misión: relatar en detallada crónica WhatsAppera los gustos tortilleros de tan venerable establecimiento.
La tortilla en cuestión durante el laborioso proceso de cata de SMR Fotografía: SMR "el Kurras" |
SMR acompañó sus impresiones culinarias de un extenso reportaje gráfico que cumplimenta de forma sobrada la información sobre la tortilla de la Biblioteca Nacional de España. Un pincho cuantioso de proporciones sobradas (se adivina que es más de un cuarto del total tortillero) presentado de forma un tanto rudimentaria, “de batalla” como afirmaría algún conocido. Plato de suministro hostelero a nivel industrial y tenedor rematando la tortilla a modo de bandera U.S.A. coronando la cima de Iwo Jima, retrato épico y sublime digno de las delicias de cualquier tortilla que se precie. Al fondo de la imagen, a la izquierda botellín de cerveza Mahou (marca cervecera muy apreciada); a la derecha, servilletero frío como el metal y anónimo en su consistencia. Excelente bodegón que responde con creces a la sensibilidad estética de SMR “el Kurras”. Las otras dos instantáneas reflejan el proceso voraz de nuestro reportero entregado a lo que se suponía debía ser placer tortillero… Nubes negras y amenazantes encapotan un cielo azul…
Momentos finales de la tortilla de la Biblioteca Nacional. Gracias a SMR "el Kurras" por su sacrificio Fotografía: SMR "el Kurras" |
“Seca, seca, seca…” Hasta tres veces seca. Así empezaba la desoladora crónica de “el Kurras”. Según relataba, mediante trabajos previos de documentación, propios del rigor periodístico más profesional, ya había obtenido preocupantes noticias acerca de la desalentadora realidad tortillera que le esperaba en la cafetería de la Biblioteca Nacional. Gran dolor en sus palabras sinceras cuando calificaba aquello que llamaban “tortilla” como “pesada, de difícil digestión”. Es cierto que este tipo de establecimientos no suelen cuidar la calidad de su producto culinario a cambio de unos precios competitivos. Pero la tortilla de patatas es plato digno en cualquier circunstancia y lugar y, por lo tanto, debe cuidarse con esmero y cariño para ofrecer lo mejor que puede dar de sí. No sin desolación, SMR no podía mostrar más que su estupefacción y perplejidad ante el cruel sacrilegio cometido con esa tortilla. Sin duda, la Biblioteca Nacional de España, como en muchas otras ocasiones, no había sabido estar a la altura de las expectativas que despierta como pilar fundamental de la intelectualidad nacional.
Para poner broche final a esta crónica, después de elogiar la cerveza, SMR hacía gala de su trabajo de archivo y recurría a aquella crítica en la que se ensalzaban los valores tortilleros de la madrileña Casa Manolo, cerca del Congreso, concluyendo con esta demoledora y aguda analogía que el buen lector captará: “A diferencia de la del bar del Congreso, y en cambio similar a la institución que la alberga: buena presencia externa pero nefasta por dentro”.
Los años de sacrificio han tenido justa recompensa, si bien no por el objeto de estudio, sí por la crónica del mismo.
ResponderEliminarAhora ya puedo buscar otro destino...
En breve recibirás un correo con tu nueva misión...
EliminarYo yambién probé la tortilla de la BNE. Efectivamente mucho continente y muy poco contenido. La indigestión dura ya ocho años...
ResponderEliminarCreo que después de esto, la dirección de la BNE debe tomar cartas en el asunto
EliminarMe atrevería a asegurar que la dirección de la BNE no toma de esta tortilla...
EliminarEfectivamente, me da que la señora directora no es de tomar este tipo de tortillas
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