El queso derretido fluye con familiaridad entre la patata y el huevo Fotografía: Pater Juliano - Tortilla: el Cuñado César |
En cuestiones familiares el siglo XXI se ha mostrado revolucionario e, incluso, revoltoso. De hecho, uno de los pilares fundamentales que definía antiguos regímenes y centralizaba la toma de decisiones, el pater familias, órgano rector de la familia en su sentido más amplio, hoy en día se tambalea y ve amenazado su altar de exclusividad. En estos tiempos post – post – modernos o tardo – modernos o cómo quieran definirlos pensadores y filósofos de la actualidad, un concepto tan secular, tan anclado en nuestro subconsciente, tan arraigado en nuestra psique, ha explosionado de forma brutal haciendo trizas todos y cada uno de sus componentes. La familia, eje vertebrador de todo el complejo entramado social, no es lo que era. Y como siempre, nuestra clase política, altamente intelectualizada, de excelente formación y de preclara visión de futuro, ha reaccionado de forma horrenda ante los nuevos cauces de una sociedad cada vez más moderna y laberíntica.
Hemos sido capaces de evolucionar, en apenas treinta años, desde esa visión monolítica de la familia tradicional compuesta por un macho y una hembra con sus vástagos a las más modernas y diferentes versiones de la cuestión parental. Hoy en día existen multitud infinita de variaciones en cuanto a la ordenación de estirpes, linajes y demás modos de descendencias y ascendencias. La familia admite cantidad de fórmulas, tantas casi como personas. Ya no son aceptables las milongas y demás sandeces esgrimidas por seudo – intelectuales y demás mal – pensantes que declaman a los cuatro vientos extrañas teorías sobre manzanas, peras, churras y merinas. Hoy, la ciencia así lo avala, vale todo.
Bajo su tradicional apariencia, se esconde un alarde de ingenio y modernidad: el queso Fotografía: Pater Juliano - Tortilla: el Cuñado César |
Ahora bien, la cuestión es la siguiente: cómo conciliar parentesco y tortillología. La respuesta es más que evidente. Es necesario, por lo tanto, partir de la premisa inicial planteada: la familia.
Retomando el hilo argumental expuesto anteriormente, es evidente que la familia se ha diversificado en mil maneras. Si nuestra sociedad, abierta, tolerante y moderna, ha aceptado películas de Almodóvar, la moda hipster, la vuelta del jersey de punto de lana y los mostachos, las familias monoparentales, homoparentales, nucleares, extensas y un largo etcétera de gran variedad, color y alegría, ¿por qué no aceptar la sana experimentación con algo tan tradicional y nuestro como la tortilla de patatas? Hemos de perder miedos y saltar los muros de superchería e incomprensión que nos ciegan la grandiosa visión de horizontes de esperanza y nuevas sensaciones, placenteras y exquisitas. ¿Por qué no incluir algo de queso en nuestra tortilla de patatas?
Ya hemos descubierto el elemento común, familia y tortilla cimentadas por un ingrediente novedoso, arriesgado y calórico como el queso. España es país de clientelas y nepotismos llevados a su máxima expresión. Pues bien, teniendo en cuenta los servicios prestados a la causa tortillológica por nuestro corresponsal en tierras leonesas, el ya famoso Pater Juliano, hemos optado por hacer uso de nuestro poder para dedicar esta breve entrada a una tortilla de patatas presentada por su cuñado (César, en adelante CC). Sin tapujos, sin vergüenza, hacemos uso de nuestros poderes y reservamos un lugar de honor y glorias futuras a la tortilla de patatas de CC en este parnaso tortillero.
Es una tortilla vintage, innovadora bajo la apariencia de un clasicismo añejo Fotografía: Pater Juliano - Tortilla: el Cuñado César |
Es evidente que todos nos enfrentamos alguna vez en la vida a nuestra particular Rubicón. No es menos cierto que en la mayoría de las situaciones nos amedrantamos ante el bravo cauce de nuestros retos y volvemos sobre nuestros pasos. Pero en contadas ocasiones, lanzamos los dados y decidimos que la suerte sólo acompaña a los que se arriesgan. Eso ocurrió en algún momento en una cocina leonesa en la que CC se tuvo que enfrentar a su particular Rubicón. En ese momento el Alea Jacta Est resonaba acompasado con el batir de huevos y las patatas chisporroteando en la sartén mientras una pregunta martilleaba su cerebro: ¿qué papel tendría el queso en una tortilla de patatas? Después de echar la mitad del mezclum de huevo y patata frita en la sartén, no había vuelta atrás. Sin dudar un instante, añadió unos tranchetes de queso. Sobre ellos, vertió el resto de la mezcla continuando con el místico ritual gastronómico de la tortilla de patatas. La suerte estaba echada.
La historia la escriben los valientes y se hace necesario pervertir los dogmas para lograr mirar con ánimo al futuro. Para lograr la justa conclusión a la tortilla de patatas con queso de CC no tenemos más que remitirnos a las palabras de nuestro experto destacado en León: jugosa y bien hecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario