La crónica informativa, esclava y muchas veces desagradecida, se acompaña de
gratas incursiones exploratorias en las más diversas tascas leonesas. Muchas de ellas tienen a bien ofrecer como complemente al café mañanero o al nocturno vino un trozo de tortilla de patatas, por otra parte siempre bien recibido. En esta ocasión, realizaremos un viaje novedoso en el que descubriremos la inteligente combinación que aúna un plato como el de la tortilla de patatas con un brebaje vigoroso y de intenso aroma y sabor como es el café. Sí, efectivamente, el café de media mañana encuentra una pareja de baile bien avenida en la tortilla de patatas. Pater Juliano nos acerca la tortilla de patatas del café – bar Anáhuac, en León.
Tortilla de patatas con fondo de café cortado Fotografía: Pater Juliano |
Los polos opuestos se atraen irremediablemente. Los morenos las prefieren rubias y
las rubias buscan morenazos de ojos profundos e intensos. Son fórmulas magistrales que tienden a complementar ausencias obteniendo como resultado una unidad indisoluble que logra la cuadratura del círculo. Un café – bar responde a esta simbiosis que reúne todas las cualidades deseables que te permiten, de acuerdo a la hora del día, tanto tomar un buen café como tomarte un cubata. Estos locales tienen su especial hora mágica después de las comidas, cuando se crean bodegones impenetrables de paisajes de eternas partidas de mus que antaño se perdían en jirones de espeso humo. No podemos tampoco olvidarnos de los chupitos de orujo de media tarde que alivian las pesadas digestiones. Por supuesto, el blanco, ya que el de hierbas se reserva para otros momentos de debilidad.
Suelen ser esos lugares los preferidos para el café del almuerzo. Ese breve momento de descanso que hace más llevadera la mañana laboral, compartido con los compañeros de fatiga mientras se comentan los últimos titulares del Marca y se baraja la idoneidad de las últimas medidas del gobierno de turno para atajar El café - bar en cuestión Fotografía: Pater Juliano |
las rubias buscan morenazos de ojos profundos e intensos. Son fórmulas magistrales que tienden a complementar ausencias obteniendo como resultado una unidad indisoluble que logra la cuadratura del círculo. Un café – bar responde a esta simbiosis que reúne todas las cualidades deseables que te permiten, de acuerdo a la hora del día, tanto tomar un buen café como tomarte un cubata. Estos locales tienen su especial hora mágica después de las comidas, cuando se crean bodegones impenetrables de paisajes de eternas partidas de mus que antaño se perdían en jirones de espeso humo. No podemos tampoco olvidarnos de los chupitos de orujo de media tarde que alivian las pesadas digestiones. Por supuesto, el blanco, ya que el de hierbas se reserva para otros momentos de debilidad.
Pero, ¿dónde y cuándo surge esa composición tan sumamente acertada pero que a primera
vista puede resultar desacertada? Son muchas las teorías, casi tantas como las que se refieren al mismo origen y principio de la tortilla de patatas. Haciendo memoria recuerdo hace años una parada durante un viaje en una estación de servicio de la montaña leonesa. Me acompañaba entonces un madrileño orgulloso de su origen y gato de los de siempre. Mi sorpresa fue mayúscula cuando pidió café y pincho de tortilla… ¿Cómo podía juntar cosas tan antagónicas? Me parecía una extraña mezcla de gustos y sabores… Era tal mi curiosidad que le pregunté por un desayuno tan estrambótico. “Algo muy madrileño”, me contestó. Sólo con la madurez que otorgan los años comprendí lo acertado del tentempié para desperezar una cansina mañana de invierno.
En vez del Marca se puede leer la prensa local Fotografía: Pater Juliano |
Las instantáneas remitidas por Pater Juliano nos muestran lo cotidiano del desayuno del café con tortilla de patatas. Son tantas las bonanzas culinarias de la tortilla que es el mejor reclamo para afrontar las inclemencias de las duras jornadas laborales. Así, la costumbre de acompañar el café con tortilla, tildada por muchos y muchas como cosa bárbara, ingrata e, incluso, insalubre, se ha expandido por todas las tierras del reino ganando adeptos a su causa.
Hoy, cuando todo linda la medianía, manda la dieta. Por esta misma razón reservo el
desayuno tortillero para días de fiesta y asueto. Sin embargo, creo acertado afirmar que uno de los mejores desayunos es el café humeante y la tortilla de patatas. Sobre los orígenes del almuerzo completo (algunos incluyen el zumo de naranja) todavía me mantengo en la más absoluta de las ignorancias. Bien es cierto que en algún que otro viaje por la geografía peninsular los camareros han mostrado sus dudas ante la solicitud del café con pincho de tortilla, algo que nunca me ha ocurrido en la villa y corte… Sin embargo, me resulta imposible afirmar con total exactitud y objetividad el origen madrileño de estos desayunos. Es tanto el misterio y la grandeza de la tortilla de patatas que muchos de sus aspectos más desconocidos se nos muestran incompresibles y lejanos, sumergidos en la leyenda de donde nunca deberían salir… ¿Alguna sugerencia?
Imagen completa de pincho y café, con servilletero Fotografía: Pater Juliano |
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